En la cola despuƩs del huracƔn Marƭa.

February 19, 2018

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Mientras estaba en la cola de una institución del gobierno, el cual estaba lleno de sus clientes, sin pensarlo comencé a hablar con la persona a mi lado que era un total desconocido. A pesar del tiempo concurrido, cuatro horas en dichas oficinas encontré en esta persona una confianza de como si nos conociéramos de toda la vida y sin darnos cuentas hablamos por horas. Como ella, ahí debía de haber mÔs personas que pasaron las vivencias o circunstancias que ambas habíamos vivo.

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Imagínense dos divorciadas y prÔcticamente vidas paralelas. Me dije wow, no soy la única que paso por esto. Ella con 45 años, dice haber pasado a los 40 por la crisis que les dan a las mujeres por la edad y decidió hacer ejercicio y hasta pasar por el bisturís.  Yo a mis 40 me sentía plena, hasta una fiesta realice para demostrarle a todos los invitados lo bien que me veía y me sentía. A la par de comenzar nuestra conversación aparece este individuo, que llamaremos Armando, un joven guapo, pero de la calle, que estaba pendiente a los números por si lo llamaban, pero él venía a lo mismo que yo y ese servicio era el mÔs lento en esa oficina, así que le dije que ya yo llevaba casi dos horas y solo habían llamado a dos. Me pregunto, que, si le daba tiempo comer algo y le dije que si, así que se marchó.

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Mi nueva amiga de la cola me cuenta queĀ ella decide pedirle el divorcio a su marido con el cual habĆ­a compartido toda su vida, hasta trabajo junto. Yo con 45Ā estrenĆ”ndomeĀ como abuela, siempre fabulosa, visitaba el gimnasio para sentirme que estabaĀ sĆŗper. A los 46 mi ex marido me pide el divorcio, el que era mi mejor amigo desde escuela intermedia, toda una vida en conocernos.Ā Pensé que el mundo se meĀ caĆ­a, siĀ asĆ­Ā mismo,Ā mi vida habĆ­a sido color de rosa hasta los 45Ā aƱos. Wow!Ā IncreĆ­blemente, todoĀ cambio,Ā pero lo que pensĆ© que era para mal fue todo lo contrario, todo fue un aprendizaje en mi vida. Mi Ā amiga de la cola, vamos a llamarlaĀ Katiuska,Ā a pesar que ella fue quien seĀ quisoĀ divorciarse, su ex,Ā vamosĀ a llamarlo Emiliano,Ā le hizo la vida de cuadritos. Un hombre con una buena carrera profesionalĀ decidió no trabajar por un ano paraĀ asĆ­Ā no tener que pasarle a ella, la madreĀ de sus dos hijos laĀ pensiónĀ tan altaĀ puesta por la corte, hasta aĀ psicólogoĀ fue para dar a entender que estaba deprimido, mientras en toda esa tragedia vivida despuĆ©s deĀ aƱosĀ de lujos, propiedades, y viajes quedarse sin todo eso, encontró rĆ”pido el amor.Ā Un amor que nadieĀ entendĆ­a, como habĆ­a cambiado todo por nada… Lo que nadieĀ sabĆ­a elĀ vacĆ­oĀ que vivĆ­a con su esposo y al lado de su nuevoĀ galĆ”n, vamos a llamarlo Guillermo,Ā encontró todo lo que su ex no le dio, compresión, tiempo, dedicación, caricias, charlas, amor yĀ por qué no hasta salir del cotidiano vivir. Hasta en parteĀ aprendió apreciarĀ mĆ”sĀ la vida, las cosas sencillas del diario vivir. Sus hijos que habĆ­an sido criados como prĆ­ncipe y princesa tuvieron que bajar de esa nube y poner bien los pies en la tierra. Su madre no podĆ­a entender comoĀ decidió dejar unĀ estatusĀ por un hombre que económicamente no le podĆ­a ofrecer nada.

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Katiuska si entendió algo que era joven y que tenía que darle sentido a su vida así que decidió seguir con su nuevo amor, y su nuevo trabajo. Emiliano por despecho, o celos le decía a Katiuska que Guillermo lo que era un bueno para nada, que era un mantenido. Ella en parte sabía que era verdad, pero era el hombre de quien se enamoró y la hacía feliz. Le toco su turno mientras yo tenía que seguir esperando por el mío. Ahí volvió a llegar Armando, pero esta vez con el aroma de alguna bebida alcohólica, ahora si estaba un poco desesperado, y me dio su número para que le hiciera el favor de llamarlo cuando se acercara su número y se marchó. Así que otra persona se me acerco y comenzamos a hablar, a la que llamaremos Carmen, una mujer joven, que, por circunstancias vividas en nuestra Isla, el paso de dos huracanes, se había ido a Estados Unidos con su hija, en lo que mejoraba un poco la situación del país. Carmen era un poco callada así que no contó mucho y en eso se encontró con una conocida y se fue a saludarla por allÔ se quedó conversando. En eso pasa Katiuska por mi lado, busca en su bolso una tarjeta de presentación, pero no tenia, y las mías estaban e mi carro, así que le dije como me podía encontrar en las redes sociales. Ahí encontré una mujer que necesitaba a alguien con quien conversar que se podía sentir a gusto porque sabía que al yo vivir cierta circunstancias iba a entender, así que le dese lo mejor, y que lograrÔ conseguir su sueño realizado que todavía no sabía lo que era. 

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Ah,Ā pero como eso estaba lleno de personas siempreĀ aparecĆ­aĀ alguienĀ mĆ”s, ahora una viuda, yo dirĆ­a en sus cincuenta y cinco o sesenta, me contó que se habĆ­a acostumbrado a la situación que se estaba viviendo en el paĆ­s, ya llevaba varios meses sin el servicio de electricidad, por lo menos siĀ tenĆ­aĀ agua, yĀ aprendió a almacenar alimento y aguaĀ porqueĀ dice queĀ paraĀ la próxima Ć©poca de huracanes no va a realizar las colas exuberantesĀ para lograr alcanzar una lata deĀ cornbeef, o tuna. Se estaba poniendo un poco interesante nuestra conversación cuandoĀ llamaronĀ mi numero el 949. Me acerco a mi ventanilla, ahĆ­ estaba esta seƱora que estaba agotada de estar escuchando las quejas de los clientes… Vamos a llamarla Melanie, por lo menos conmigo seĀ relajó un poco ya que yo no iba con la intención de quejarme. Melanie vio en mi un alivio y seĀ desahogó, me conto lo mucho que habĆ­a tenido que trabajar despuĆ©s de ambos huracanes,Ā hastaĀ horas extras, no se quejaba de esas horas, si no el tener que escuchar diario a las personas quejarse que no tenĆ­an unĀ servicioĀ bĆ”sico, cuando ella misma no lo tuvo hasta hace poco.Ā Muy serviciarĀ conmigo realizo su trabajo y le aconseje un sobo de cabello, que es utilizado por las personas para el estrĆ©s,Ā ya que dice salir con dolor en la nuca por toda la tensión vivida.

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Termine con todo el papeleo, obviamente no llame a Armando pues en mi numero novecientos cuarenta y nueve habĆ­a apuntado el nĆŗmero, el cual le habĆ­a entregado a Melanie cuando me llamaron para mi turno. Cuando salĆ­ no lo vi, espero que no haya perdido su turno. AsĆ­ como todas estas personas que conocĆ­ en mis cuatro horas en esa oficina, en todos lados hay personas con una historia que contar…

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